Abril / 2021
Cubrecáliz del bordado de las abejas
Anónimo
Autoría: Anónimo
Cronología: Circa 1700
Técnica: Bordado en seda con hilo de oro e hilo de plata
Medidas: 11, 5 x 11,5 cm.
Localización: Hospital Real. Rectorado
Colección: Colección de Patrimonio Histórico-Artístico
Titularidad: Universidad de Granada
Nº inventario: 66
Descripción:
El cubrecáliz del bordado de las abejas está formado por una pieza cuadrada de seda beige sobre la que se lleva a cabo una labor de bordado en tonos azules, verdes, rojos y blancos, con realces de oro y plata. En el borde de la pieza se inserta un cordón de oro rematado en las cuatro esquinas con sendas borlas de flecos con hilo de seda.
La composición del bordado parte de un elemento central cruciforme que reproduce una flor y está conectado mediante elementos esquemáticos vegetales a cuatro formas que, en los ángulos de la pieza, se asemejan a la forma del cuerpo y las alas de las abejas.
Se desconoce la procedencia de esta pieza, de un marcado carácter religioso, integrada en la colección de Patrimonio Histórico-Artístico de la Universidad de Granada.
Iconografía de la pieza:
Ya desde el mundo antiguo el ser humano rinde culto a las abejas, productoras del primer edulcorante que, además, juega un papel clave en la preparación de productos cosméticos y medicamentos. Por otra parte, analizando desde el punto de vista biológico su actividad polinizadora, encontramos su encomiable labor en el desarrollo de los ciclos de la naturaleza. Así, se venera a la abeja por ofrecer el extraordinario manjar de la miel y como elemento de conexión entre el hombre y el medio.
No obstante, nuestro interés aquí reside en la vertiente iconográfica de la figura de la abeja, relacionada con la divinidad ya desde el antiguo Egipto y la Grecia clásica y admirada por su laboriosidad y vida en orden en sus geométricos panales.
En el relato mitológico, abeja y miel se relacionan con la divinidad y el alimento de los dioses respectivamente, representadas en objetos rituales, joyas y lugares de carácter funerario y religioso, pero también aparecen referencias que las vinculan a la fuerza femenina de la naturaleza, a la gran madre, y textos en las que se convierten en lágrimas del dios egipcio Ra, mensajera de la diosa hitita Hannahanna o símbolo de la diosa efesia Artemis.
En la Edad Media la abeja ya no solo fue venerada como productora de miel. La valorada cera es fruto del abnegado trabajo de estos insectos a los que se atribuyen, en la iconografía cristiana, referencias a Cristo y a María, así como a las cualidades de santidad de otros personajes. La dulzura de las palabras divinas y la miel, o la modélica constancia en el trabajo relacionada con las abejas en el Medievo, dieron paso a su identificación con el Espíritu Santo, con la pureza, la castidad y la bondad desde la Edad Moderna, incrementándose su significación durante el barroco, momento en que se relaciona a las abejas con la Virgen, a la que se identifica con la Madre abeja o abeja reina, incluso con la colmena en la que Cristo hubiera sido engendrado, formando parte esta visión de María del argumentario inmaculista defendido por los jesuitas y extendiéndose mediante la aportación de numerosos autores de diversa procedencia, la aparición de textos alusivos al Dulce Nombre de María.
Bibliografía:
RAMOS SÁNCHEZ, Valeriano (2016). «María: colmena de virtudes. Las abejas en la simbología mariana barroca». En: Regina Mater Misericordiae: estudios históricos, artísticos y antropológicos de advocaciones marianas (pp. 613-666). Litopress.
URIEL FERNÁNDEZ, Pilar (2004). Representación y simbolismo de las abejas en la numismática antigua. Akros: Revista de Patrimonio, 3, pp. 27-40.
URIEL FERNÁNDEZ, Pilar (2012). Dones del cielo. Abeja y miel en el Mediterráneo antiguo. Editorial UNED.